“Lídia Vives, la artista entre dos mundos que esconde secretos en sus obras”
Sobre mí
Lídia Vives, los orígenes
Nacida en Lleida, España en 1991 y de padre pintor, para Lídia fue fácil enamorarse del mundo del arte. De niña ya soñaba en ser pintora.
Solía imaginarse a sí misma viviendo frente a un lienzo, sujetando un pincel… Esta idea fue la que la llevo a estudiar Bellas Artes en la Universidad Complutense de Madrid para terminar especializándose en la rama de Imagen de la Universidad de Barcelona.
La influencia de Henri-Cartier Bresson y la cultura selfie transforman la expresión artística de Lídia
A los 16 años, durante un viaje escolar, Lídia acude a una exposición de Henri-Cartier Bresson, su obra tiene un profundo impacto en la artista que siempre había considerado la pintura como “el arte supremo”.
Este momento, coincidió con la aparición de los primeros móviles con cámara frontal y el boom de las redes sociales. No tardaría mucho en aparecer la cultura selfie, a la que Lídia sacaría el máximo provecho.
Poco a poco, Lídia transformó esos selfies en autorretratos, convirtiendo así el arte fotográfico en su vía principal de expresión artística.
El autorretrato: la oportunidad de vivir nuevas vidas
En una pequeña habitación de color rosa, llena de cómics manga y peluches, con un espacio mínimo y tan solo una pared sin posters, nacieron las primeras creaciones de Lídia Vives.
Esos selfies sencillos, pasarían a convertirse en autorretratos, que le daban la oportunidad de convertirse en nuevos personajes. Hablaría de sus historias y contaría anécdotas de su día a día.
La fotografía artística un medio de expresión y su carrera profesional
Lo que en un inicio sería un juego y un método de escape para “salir de esa habitación”, pronto y casi accidentalmente, se convertiría en su medio de vida.
Lídia empieza a estudiar en la universidad, y a publicar sus fotografías en redes sociales. Poco a poco el público fue llegando y, con él, las marcas, las galerías y los coleccionistas.
A día de hoy, el estudio de Lídia se encuentra lejos de esa pequeña habitación y su cámara bridge se ha transformado en una full frame.
Sus obras se encuentran, no únicamente online, sino también en galerías, libros, revistas y hogares de casi todos los continentes.
Una artista entre dos mundos que nos brinda un arte fotográfico lleno de sorpresas
Lídia, busca sus referentes en mundos, de entrada, muy separados. Su obra, claramente tiene referentes pictóricos (principalmente artistas italianos del Renacimiento y del Barroco) pero también apreciamos en sus creaciones influencias de la cultura pop, del movimiento punk o de fotografía de moda.
¿El resultado? Una fusión entre el arte y la fotografía típicamente editorial que nos habla y nos cuente siempre una historia. La obra de Lídia es arte fotográfico. Las fotos de Lídia parecen pinturas, de hecho podríamos decir que Lídia, pinta sus fotos.
La obra de Lídia es original y misteriosa. Creaciones llenas de detalles, ambientes enigmáticos, curiosidades y secretos se esconden detrás de la obra de Lídia. Si, Lídia esconde Huevos de Pascua en casi cada una de sus obras; ya sea su insignia o algún elemento divertido para acompañar las fotografías con un sentido del humor propio.
Busca la sorpresa, y la conexión directa entre artista y espectador, animando a las personas que disfrutan de su obra entrar en ellas, a descubrir sus secretos.
La abeja, su insignia, su sello propio
Pequeñas, trabajadoras y laboriosas. Las abejas son muy temidas, pero no atacan, únicamente se defienden cuando se sienten amenazadas. Lídia ha convertido la abeja en su insignia y con ella firma todas sus obras e incluso la esconde en algunas de ellas. ¿Te animas a encontrarla?
Premios
El trabajo de Lídia ha sido reconocido a nivel mundial siendo premiada en distintas competiciones. Destaca la medalla de oro en el Trierenberg Super Circuit (Austria) en 2018, una medalla de oro en los Moscow International Foto Awards (Rusia) en 2020, una medalla de oro FIAP y una medalla de oro ISF en el Trofeu Torretes de Fotografia (España) en el mismo año, el premio a la Fotógrafa Artística del año en los Monochrome Awards (EEUU) en 2021, además de el premio a la Fotógrafa Profesional del año en los Muse Photography Awards (EEUU), entre otros.
2021| Oro - Fotógrafa Artística del año, Fine Art (Profesional), Monochrome Awards, EEUU
Oro - Fotógrafa del año (Profesional), Muse Photography Awards, EEUU
2020| Oro, Fine Art - Retrato (Profesional), Moscow International Foto Awards, Moscow, Rusia
FIAP Medalla de oro, Monocromo, Trofeu Torretes de Fotografia, Calella, España
ISF Medalla de oro, Color, Trofeu Torretes de Fotografia, Color, Calella, España
2018| Oro, Categoría de Autorretrato, Trierenberg Super Circuit, Wels, Austria
*Lista completa aquí.
Exposiciones
Lídia ha participado en distintas exposiciones y ferias de arte por todo el mundo con el apoyo de distintas galerías y también a nivel individual.
Empezando en 2013 con su exposición “Wonderland” en el Institut d’Estudis Ilerdencs de Lleida, donde presentó una serie de fotografías en las que mostraba su visión personal de Alícia en el País de las Maravillas.
Más adelante, en 2015, tendría el placer de participar en la feria Fotofever con el apoyo de la Galería Fifty Dots (Barcelona) y presentar su serie “Sex” en el museo del Louvre de París.
Esa serie podría verse de nuevo en distintos espacios y ferias de arte, destacando especialmente Arles, la Casa Golferichs y Art Photo BCN, además de en una exposición individual con Fifty Dots. En esta colección, habla del sexo y del erotismo tabú desde un punto de vista naïve y con personajes adolescentes.
Entre los distintos países en los que ha expuesto su obra, además de España, se encuentran Francia, Austria, Italia, Australia, México y Estados Unidos.
2021| Imagenation Milan, Femme et Fatale, Fondazione Luciana Matalon, Milan, Italia (Colectiva)
International Portrait Photography Awards, Galería Man Ray, Ciudad de México, México (Colectiva)
2020| A&D, A d’Art i D de Dona, Galeria Espai Cavallers, Lleida, España (Colectiva)
2019| Miami Photo Fair, Limited Edition Gallery, Miami, EEUU (Feria de arte)
Elementum 4.0, FFIEL, León, México (Colectiva)
2018| Images of Women, Hartlauer Foto Galerie, Linz, Austria (Colectiva)
Voies Off, "Transeünts", Fifty Dots Gallery, Arles, Francia (Feria de arte)
2017| Exhibit, Casa Golferichs, Barcelona, España (Colectiva)
2016| Sex Series, Fifty Dots Gallery, Barcelona, España (Individual)
Art Photo BCN, "Sex Series", Fifty Dots Gallery, Barcelona, España (Feria de arte)
2015| Shared Experience, Inqubator Art Gallery, Melbourne, Australia (Colectiva)
Fotofever Art Fair, "Sex Series", Fifty Dots Gallery, Paris, Francia (Feria de arte)
2013| Wonderland, Institut d'Estudis Ilerdencs, Lleida, España (Individual)
*Lista completa aquí.
La obra de Lídia en el mundo
Las obras de Lídia han sido vendidas a coleccionistas y particulares de alrededor del mundo: Finlandia, Bélgica, República Checa, Dinamarca, Francia, Alemania, Italia, Luxemburgo, Países Bajos, Noruega, Portugal, España, Suecia, Reino Unido, Suiza, Austria, Canadá, Estados Unidos, Japón, Malta, China y Australia.
Descubre su trabajo
The housewife
A muy temprana edad soñaba con ser artista y viajar por el mundo. Imaginaba una vida bohemia, subida casi siempre en un avión y con un apartamento distinto cada semana en cada país. Este sueño hizo que de muy pequeña, Lídia se viera descartando la idea de convertirse en ama de casa, con todo el respeto hacia este honorable trabajo. Tampoco se visualizaba casada, o con hijos. Simplemente, no era algo compatible con el resto de sus planes.
Sin embargo, el destino es caprichoso y a veces lleva a las personas por caminos que no se imaginan: tener hijos, una pareja estable o el matrimonio, son ideas, que ya no le parecen tan inimaginables como hace unos años.
The Houswife, hace referencia a una época en la vida de Lídia donde sin darse cuenta se convirtió en todo lo contrario a lo que había soñado. Renunció a sus ambiciones para ayudar a que otra persona pudiera realizar las suyas. En esa época, Lídia se sentía atrapada, no podía parar de recordar a esa niña que se imaginaba a sí misma expandiendo su arte por el mundo.
The Housewife, muestra a Lídia en ese momento, con una vida supuestamente “de lujo” pero que no era su vida. En un jardín precioso y lleno de color, y, sin embargo, su autorretrato es monocromático y sin vida, intentando recuperar, de algún modo, la rebeldía que alguna vez tuvo.
Rapunzel
A Lídia, el cuento de Rapunzel, siempre le pareció una locura ¿Acaso Rapunzel tenía que soportar el peso del príncipe en su cabeza para que él fuera a verla y finalmente la rescatara? ¿No podía Rapunzel salvarse a ella misma?
Los cuentos infantiles preferidos de Lídia pasaban por protagonistas que se salvaban a sí mismas. Con referentes como la princesa Xena, Nikita y Utena. Chicas que peleaban sin miedo.
Aun así, la idea de una mujer con un pelo quilométrico es seductora para Lídia, tiene encanto y sin duda evoca cierto romanticismo.
Rapunzel, es una obra de detalles, una obra de meses de trabajo, una obra de encontrar objetos: un cepillo antiguo para el pelo, una cama con muchos cojines que se viera blanda y cómoda. El jarrón indicado y un bodegón con unos colores que funcionasen con la estética que Lídia había previsto. Buscaba una apariencia pictórica con una luz muy cálida
Kintsugi-19
Inspirada en la milenaria técnica del kintsugi, en esta fotografía Lídia ha representado la fragilidad del cuerpo humano, vistiéndolo de los tradicionales estampados de la antigua porcelana china y recomponiendo los trozos rotos con oro.
Ese oro emerge de la mascarilla y se extiende por el cuerpo dibujando con sus grietas unos pulmones. Con ello, se da a entender que la mascarilla protege nuestro aparato respiratorio de la actual amenaza del coronavirus.
Esta obra fue un encargo de un organismo público para concienciar a las personas sobre la importancia de utilizar la mascarilla durante la pandemia.
Dado que se trataba de algo de interés mundial, el personaje debía estar un poco despersonalizado. Por eso, los ojos están cerrados y su postura es estática, de esta manera Lídia consigue reforzar la idea del jarrón.
Artista de detalles, añadió también un pendiente en color rojo sangre para recordar a todas las víctimas del Coronavirus.
If I was a rich girl
Esta obra muestra a una mujer rica lamiendo un sello, jugando así con la ambigüedad de no saber si realmente se trata de un sello o de LSD.
Esa ambigüedad se complementa además usando el personaje popular de dibujos animados Mickey Mouse fuera de su contexto, creando una dualidad entre bueno e inocente vs. malo y rebelde.
Lidia se inspiró en la canción del mismo título de Gwen Stefani (adaptación de la canción “If I were a rich man” del musical “El violinista en el tejado”). Además, tuvo también presente la estética de Lady Gaga.
De adolescente, en el instituto, Lídia recibió un libro que advertía de los peligros del consumo de drogas. Además de la información sobre cada droga en concreto, en el libro había una serie de fotografías identificativas de cada droga.
Los diseños del LSD sorprendieron a Lídia especialmente: le parecieron sellos y muchos contenían dibujos infantiles.
No pudo, entonces, evitar pensar en qué tipo de gente consumiría esa droga y si en el momento de consumirlas tendrían en cuenta el dibujo que hay en ella.
Con la elección del dibujo de Mickey Mouse, volvemos a observar la dualidad de Lídia: Un personaje sorprendente por la facilidad con la que puede parecer tanto alegre como siniestro. Sin duda, el personaje perfecto para representar su idea.
Midsommar
Inspirada en la tradicional fiesta Sueca que celebra el solsticio de verano, en “Midsommar” se representa la transición de una estación a otra con una manga de flores que, poco a poco, va desapareciendo para dejar el resto del cuerpo desnudo.
Lídia se inspiró en la película “Midsommar” de Ari Aster, cuya estética causó un “hechizo” en ella. Des de hacía tiempo Lídia tenía en mente hacer una representación estacional a lo Botticelli, pero no tenía la idea del todo definida. Tras ver el film, se le ocurrió cubrir la mitad de su cuerpo de primavera y dejar la otra mitad descubierta de verano para representar ese entretiempo.
FAQ’s
¿Cómo empezaste en el mundo de la fotografía?
En un principio mi intención no era dedicarme a la fotografía. Siempre me ha interesado el arte, pero lo que yo pretendía era ser pintora -que, por aquel entonces, para mí era como “el arte supremo”-. No veía la fotografía como un modo de expresión artística, sino documental, hasta que fui a una exposición de Henri-Cartier Bresson y cambié mi opinión. A partir de ahí empecé a interesarme, pero no fue hasta otra exposición, esta vez de Annie Leibovitz, cuando ya pensé en dedicarme profesionalmente a ello.
¿Te consideras fotógrafa o artista?
Nunca me he considerado fotógrafa. Sí sé usar mi cámara, sí disparo en manual, pero no soy una experta en técnica fotográfica. Mi fuerte es el arte. No pienso tanto en las capacidades de mi cámara como en si los colores que me consigue son los que estoy buscando.
Me preocupan otras cosas más allá de lo que es estrictamente fotográfico. Por ejemplo, si la composición es buena, si los colores funcionan, si el concepto está bien expresado… además, a pesar de no ser ya pintora, yo no termino de sentir que haya dejado de pintar. Simplemente creo que ahora uso otros materiales, pero hago lo mismo.
Una seña de identidad de tus obras son los “huevos de pascua” que dejas en tus fotos, como insectos o frases de tamaño diminuto. ¿Cuál es el motivo exacto de la inclusión de estos pequeños elementos?
En realidad hay más de un motivo. Todo comenzó porque, al colgar mis fotografías en las redes, éstas iban circulando hasta que llegaba un momento en el que perdían la autoría y me las encontraba en perfiles de otros fotógrafos que las hacían pasar como suyas. Se me ocurrió esconder la abeja -mi símbolo- por la fotografía para que fuera más difícil borrarla. El segundo motivo es porque me di cuenta de que, cuando subía una foto a la red, enseguida tenía un like, muchas veces de la misma persona. Eso son likes de cortesía, y no es lo que busco. Me da igual si una foto tiene 100 o 2000 me gusta, yo lo que quiero es que el público la mire y la analice. Por eso avisé que estaba escondiendo detalles, para que la gente los buscara y, de este modo, hacerles vivir mi creación. Haciendo esto descubrí que, además, se había creado una especie de interacción entre el especulador y yo y que, finalmente, resultaba como un juego. Una especie de “Busca a Wally”.
¿Con qué cámara empezaste a trabajar al principio, y cuál es tu equipo ahora?
No recuerdo el modelo exacto, pero mi primera cámara fue una bridge de Fujifilm. Actualmente trabajo con la Pentax K1, el 35mm f/1.4 de Sigma, el 50mm f/1.8 y 70mm f/2.4 de Pentax e iluminación artificial.
Tienes un estilo muy definido; un estilo propio muy reconocible, algo muy complicado de crear en cualquier disciplina artística. ¿Cómo se llega a tener un estilo propio?
Es algo que me preguntan mucho y realmente no es tan complicado. El problema es soltarlo, tiene que ser algo que te salga sólo. Al fin y al cabo, todo el mundo tiene una personalidad y todo el mundo tiene unos gustos. A todo el mundo le atraen más unos colores, le atraen más unos temas, ciertas composiciones, se trata de escucharse a uno mismo y proyectarlo en tu trabajo. Creo que algo que me ha ayudado mucho es, además de escucharme a mí misma, tener diversas referencias y que no todas fueran fotográficas. En el momento en que amplías un poco tu imaginario o empiezas a tener más cultura artística se refuerza tu trabajo. Si como referencias tienes siempre a los mismos fotógrafos y no sigues a pintores, escultores…, puede parecer que no tienen nada que ver con la fotografía, pero al final compruebas que sí, y que esa cultura artística te ayuda muchísimo. Todos nos copiamos, pero si tienes unas referencias más amplias, de alguna manera, “copias” a más gente y en ese proceso creas algo nuevo. Si siempre tienes las mismas referencias haces lo mismo que hacen esos artistas y no te distingues.
En mi arte fotográfico yo suelo buscar la dualidad. Mi personalidad ya es muy dual y por eso no es raro que mi trabajo también lo sea. Algunas de mis creaciones son muy amables y otras más agresivas. Unas tienen referentes pictóricos muy claros y otras referentes editoriales. Creo que también se debe a lo que comentaba, a la idea de tener diversas inspiraciones en vez de limitarse a una sola.
Una de tus exposiciones ‘Wonderland’ -la primera o una de las primeras- fue importante en el devenir de tu carrera, ¿no?
Sí, mi primera exposición fue realmente ‘Wonderland’ y fue también un golpe de suerte porque me expusieron en un museo de mi ciudad natal, en Lleida. Aquella muestra funcionó muy bien y se movió mucho, hubo muchas notas de prensa y eso facilitó que la gente me conociera. La exposición además se movió por otras ciudades y gracias también a las redes sociales mi trabajo se fue conociendo más. La verdad es que no sé si hubiera llegado a donde estoy si no hubiera sido por esa exposición.
¿Cómo es tu proceso creativo?
Todo comienza a partir de una idea que puede surgir de diversas formas; bien por un objeto que me ha interesado, a veces una palabra, un concepto, una experiencia personal o, incluso, un color. A veces es una prenda de ropa; también depende de si es un proyecto personal o es un cliente, que entonces la inspiración será el producto. En este último caso, paso tiempo con éste para sentir y notar lo que me evoca o dotarle de personalidad y buscar la inspiración en él para la obra.
Lo que hago es buscar referencias, a veces surge la idea sola, pero también me gusta investigar… revisar artistas, pinturas, obras de las que me gustan elementos. De ese proceso termina surgiendo algo nuevo y no quedarme con algo que ya se ha hecho. Suelo anotar y realizar bocetos, voy buscando todo lo que necesito para la sesión o creo mi propio atrezzo (cosa que me encanta). Después toca hacer las fotos y la postproducción.
¿Qué significa la abeja?
Nació porque yo quería tener un símbolo, me parecía muy importante; me interesaba tener algo que fuera mío. Precisamente en la exposición ‘Wonderland’ la fotografía más simbólica, la que se utilizó para los carteles, es una imagen en la salgo con una abeja en la boca. Es una fotografía inspirada en una obra de Irving Penn. A partir de ahí me pareció interesante que fuera una abeja el símbolo. Además, las abejas son un animal que me resulta fascinante. Son muy pequeñas, pero la gente les tiene mucho miedo porque les preocupa que les piquen, pero las abejas no te pican sino les haces nada, sólo defienden. Igualmente, me parece esencial la idea de que sin las abejas se acaba el mundo. Estoy muy concienciada con el cambio climático, es un tema que me interesa mucho. Las abejas son muy simbólicas en este sentido. Y también fueron el símbolo de la familia Barberini, que fueron grandes mecenas del Barroco, así que fueron juntándose cosas que tienen un significado importante para mí…
Gran parte de tu trabajo son autorretratos. ¿A qué es debido?
Al principio empecé con el autorretrato debido a las circunstancias. Estaba empezando y no tenía a nadie que modelara para mí así que decidí comenzar conmigo misma. Después, me di cuenta de que nadie podría expresar todo lo que siento mejor que yo, así que el autorretrato se impuso en mi método de trabajo.
Todo empezó en mi adolescencia. Aparecieron los primeros móviles con cámara frontal y, a su vez, las redes sociales. Con ello, nació la cultura del selfie. En un inicio yo no tenía pretensiones artísticas hasta que, con el paso del tiempo y la madurez, descubrí el arte del autorretrato y dejé los selfies a un lado.
¿Qué artistas consideras tus mayores influencias?
Mis grandes influencias son Annie Leibovitz, Miles Aldridge, Guy Bourdin, Tim Walker, Steven Klein, Velázquez, Vermeer, Caravaggio, Bernini, Leonardo y prácticamente todo el Barroco y Renacimiento italiano.
De Annie Leibovitz y Tim Walker me quedaría con sus matices pictóricos y sus fascinantes composiciones y estilismos. Tanto Miles Aldridge como Guy Bourdin me atraen por la fuerza que tienen a la hora de usas los colores. Steven Klein, sin duda, es mi referente para mi estilo más punk.
Los pintores del Barroco y del Renacimiento, me influyen potencialmente con su estética. Del Barroco destacaría, especialmente, su complejidad compositiva y la habilidad por captar el movimiento. Es algo que quiero conseguir desde hace mucho tiempo.
Como artista fotográfica, ¿eres partidaria de buscar una imagen única o haces diferentes tomas y luego eliges la que más te interesa?
Creo que en fotografía artística es muy importante la obra única. Trabajo mucho para sacar una única foto. En el momento en el que hay más, considero que pierde valor.
Mis excepciones son en las series fotográficas o cuando se trata de un pedido de un cliente. Entonces la situación es distinta. Pero si es una obra personal, suelo evitar las “sesiones”.
*Preguntas extraídas de fragmentos de distintas entrevistas.
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